Desperté sin ninguna otra opción. Debìa de salir de la maldita cama y volver a encaminar mi vida para que el día tenga algún sentido. La esperanza se habia esfumado hace días, una eternidad insoportable, una hora más y un minuto menos para llegar a tu lado.
El número mágico otra vez, las medicinas y las estrellas que se han perdido entre miles de lágrimas.
La imagen en el espejo se desvanece y en medio de la penumbra reconozco una imagen bastante deteriorada de mis metas, de mis sentimientos, una danza de imágenes sin colores especiales.
Mis vestimentas reflejan el momento del deseo, el secreto de mi camino. Un destello de ilusiones que se manifiesta a partir de mi interior, de mi piel.
El día amanece y ahí estoy otra vez. Un pie, otro pie y a caminar. Sol en las calles y miles de sonidos, el bullicio de la ciudad se confunde con mis sentidos. Un buscador incansable suelto en medio de la jungla.
Es extraña la comunicación que tengo con la ciudad pero a la vez es realmente conmovedora. Por fin llego al edificio céntrico que que encierra el la clave de los truenos. Llueve. El sol se ha ocultado otra vez entre las nubes.
Dentro del Hotel Madrid me encuentro con el recpcionista negro que me da las llaves de la habitación. Su elegancia era una tormenta.
-Su cuarto Señor- con una voz aterciopelada-.La habitación 924 está preparada. Las flores están en su sitio.
-Le agradezco su amabilidad. Nos veremos más tarde- le contesté con una sonrisa falsa mientras sus ojos no se apartaban de los míos.
Me acerqué al elevador intentado hacer contacto con los ángeles. En el ascenso, a medida que íbamos acercándonos al cielo, recordaba las fotos de mi madre, de mis víctimas.
Otro día más encerrado en la habitación del miedo.
El olor a humedad me devolvió la sonrisa.
1 comentarios:
el objetivo de nuestra vida es darle sentido, ¿no crees? con cosas que nos llenen el corazon y nos haga sentir que esta vida merece realmente la pena.
Mil besos Héctor :)
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