LOS JARDINES DE LA BELLEZA










Cuando llegué a la estación de trenes de Versailles-Rive Gauche noté en el aire del lugar la hermosa sintonía de sus calles y su perfecta arquitectura. Un barrio real. Un bello lugar, distinguido, ajeno a todo.
El palacio de Versailles me recibía con un día gris, un cielo que quería abrirse para dejar que el sol iluminara mis textos y mis fotos.
Me perdí entre los laberintos de hermosos árboles, de increíbles esculturas y me sumergí en las palabras que la musa del lugar me soplaba...
Como las blancas estatuas en el jardín, en absoluta soledad. El tiempo pasa como las diferentes estaciones del año. La lluvia, el sol, los pájaros y nosotros.
Sentados y perdidos en los interminables jardines de la belleza. Donde el tiempo se hace añícos contra los moldes de la perfección y las sombras invaden la tarde de nuestras sonrisas.
No importa la hora, ni el momento eterno. La voz suena más cerca. Jugamos como criaturas a ser los amos del bosque desnudo, y sin querer, sentimos el frío y el viento, y más adentro los insectos.
Entre lágrimas de piedra, en medio de una brisa de perfumes exóticos, cae el sol otra vez...

Versailles- París. Agosto de 2007

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