Decidimos partir...
No existía lugar en la tierra que pudiera asegurarnos la entrada a esa nueva dimensión. No existía en nuestras mentes un mapa para llegar a un sitio de tranquilidad, en donde nuestros corazones pudieran gozar con las más hermosas canciones de amor.
No sé en qué momento entramos en el paraíso de los caminos, en la fuga de las horas, y así, abandonar para siempre la realidad del día a día, la increíble pesadilla de las rutinas humanas.
Sumergidos en libros oscuros, con alas de papel, con ojos de colores fantásticos, con sonidos que ni sabíamos que estaban en nuestro interior.
Caminamos por las calles de un mundo recién aparecido, caótico, anormal, con colores amarillentos, con fantasmas y demonios disfrazados. Con miles de sombras a nuestro alrededor, sin pasaporte ni llave, sin destino.
Así, nos hicimos amigos de la derrota, de los vagabundos, de los vencidos. Comimos con ellos, formamos grandes ghetos, entramos en sus ritos y reuniones. Nos hicimos esclavos de los esclavos.
Dejamos las horas para los vivos, nos desvestimos en medio de las avenidas, nos pintamos como las viejas y eternas grandes civilizaciones.
Creamos nuevas estructuras en nuestros cerebros, nuevos códigos y leyendas, nuevos caminos. Fuimos mascotas de los ancianos y nos embriagamos en sus bibliotecas, en sus akelarres.
Conocimos la muerte de nuestros recuerdos y sepultamos todas aquellas experiencias de amor...y nos convertimos en hombres.
Un núcleo de energía.
Un fuego que purifica.
Una historia infinita.
Increíbles hazañas de hombres comunes.
Caminamos de la mano por ciudades grises, enormes laberintos de acero y cemento que tanto nos gustan.
Abandonamos nuestras costumbres y quemamos viejas creencias.
En aquella increíble búsqueda, desenterrando algunas cicatrices con nuestras manos encontramos un nuevo enigma. Juntos, comenzamos un viaje sin tregua, con huellas de melancolía, con románticas imágenes de vida y de muerte.
Ciegos, pero juntos, llegamos hasta el centro de una extraña localidad...un sitio de extraño hechizo.
Madrid.
Foto: Jorge Escobedo (Habitación 926 del Hotel Madrid)
Foto II: Juanjo Lezamiz
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